En el tema anterior, se discutió acerca de la ética y su importancia, además de su relación con algunas ciencias como lo es la sociología y la psicología. Como bien se dijo, la ética es la que le dice a la persona si una acción es moralmente buena o mala, y en el momento que esta se efectúa, es cuando lo moral se pone en práctica. Sin embargo, aún surgen algunas interrogantes ¿Qué es lo que hace al ser humano pensar que una acción es buena o mala?
¿Qué es la conciencia moral?
Antes de proseguir con la respuesta de la anterior interrogante, es necesario definir lo que es conciencia, y la postura científica que muestra el siguiente vídeo puede darnos luz a lo que dicha palabra conlleva:
Ahora bien, la conciencia moral se define como el razonamiento hecho por una persona acerca de la bondad o malicia de una acción en específica. De hecho, la conciencia moral presenta tres características:
- La conciencia moral es la norma próxima de la moralidad personal: Como puede malinterpretarse, no son las leyes civiles las normas próximas, sino aquellas que el hombre a adoptado a través de su experiencia. Por ejemplo, para una persona, el aborto va en contra al derecho a la vida, y aunque las leyes civiles lo permitan, el mero hecho de efectuar el aborto significa para esa persona un acción mala, aunque para otras no lo sea.
- La conciencia moral no es el vehículo ni el método para el desarrollo de la ciencia moral. La ciencia moral, valga la aclaración, se refiere a todos aquellos enunciados que establecen que tal comportamiento se debe hacer o no se debe hacer; la ciencia moral es adquirida a través de la enseñanza, el estudio y la experiencia.
- El juicio de la conciencia se realiza sobre el fundamento de un saber moral previamente poseído previamente por la persona. Por ejemplo, una persona no sabría que robar es considerado incorrecto si alguien no se lo hubiera dicho, o incluso haberlo experimentado por el mismo. Por lo tanto, la ciencia moral es la que alimenta a la conciencia moral. En otra palabras, los juicios morales (el uso de la conciencia moral) se obtienen de la ciencia moral.
Clasificación de la conciencia moral
La conciencia moral se clasifica en antecedente y consecuente por su relación al acto. Es antecedente cuando la persona medita acerca de la acción (antes de hacerla) y se da cuenta que dicha acción es buena o mala, y su conciencia, por consecuencia, le ordena o le prohíbe realizarla. Es consecuente, cuando la persona ya ha realizado una acción y se siente ya sea felicidad o remordimiento si esta acción ha sido moralmente buena o mala, respectivamente.
Por otra parte, la conciencia moral se clasifica en recta y errónea, en razón de su conformidad con el bien de la persona. La conciencia es recta cuando la persona juzga una acción como mala o buena, basado en los criterios de la moralidad. La errónea, sin embargo, es cuando la persona estima una acción como buena, cuando en realidad es mala; por ejemplo, el caso famoso (y sujeto a interminables debates morales) de Robin Hood, quien robaba a los ricos para darlo a los pobres. De acuerdo a un análisis ético, las intenciones eran muy buenas, pero la moral del acto es mala. Una persona puede pensar que al hacer lo mismo estaría haciendo un bien, cuando en realidad es una acción moralmente mala.
Por último, la conciencia puede ser cierta, probable o dudosa, según el tipo de asentimiento. La conciencia es cierta es cuando la persona juzga con seguridad la moralidad de un acto. La conciencia se convierte en probable cuando la persona está en un dilema moral, como en el caso del aborto; una madre puede considerar abortar ya que su vida está en peligro, pero a su vez lo duda ya que lo que tiene dentro de ella es una persona, que al igual que la madre, posee derechos. Luego, la dudosa es cuando la persona no tiene idea si la acción es mala o buena y no se atreve ni siquiera a juzgar.
¿Cómo se forma la conciencia moral?
Por último, es necesario contestar a esta interrogante. Es preciso mencionar que los seres humanos tienen libertad de realizar tanto las acciones malas o buenas, y el uso de esta libertad deja como resultado las virtudes y los vicios (de lo cual se hablará en el siguiente tema). Las virtudes por una parte son los hábitos operativos buenos (como la humildad, generosidad, templanza, etc.) Los vicios, por su parte, son los hábitos operativos malos (como la comodidad, la cobardía, al pereza, etc.).
Partiendo de este hecho es que radica la importancia de formar la conciencia moral. De hecho, practicar las virtudes y luchar contra los vicios son necesarias para tener bien formada la conciencia moral. Sin embargo, decir esto deja otra interrogante: ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo?
Según Aristóteles, los seres humanos tienden al bien ya que "el hombre virtuoso siempre sabe juzgar las cosas como es debido, y conoce la verdad respecto de cada una de ellas." Partiendo de esto, se puede argumentar que el hombre (que por supuesto está en su juicio cabal y posee la capacidad de razonar; aquellos que no poseen esta capacidad debido a una enfermedad no entran en esta categoría) ya sabe si la acción es mala o buena; no está excusado. Sin embargo, esta afirmación contradice, de alguna manera, lo que se ha dicho, de que exista la conciencia probable, aquella en la cual el hombre duda si una acción es mala o buena cuando Aristóles (y otros filósofos como Santo Tomás de Aquino) han dicho que el hombre tiende al bien.
Por ello, es necesario esclarecer que la conciencia puede desvirtuarse de lo que naturalmente es. Por ejemplo, la conciencia, de acuerdo a Rodríguez (2010), puede estar cauterizada, producto de que una persona ya sea efectúe o sea testigo de una acción moralmente mala en repetidas ocasiones; de esta manera, una persona puede considerar una acción mala como buena (o normal). La conciencia también puede ser farisaica, que se refiere cuando una persona es sensible a ciertos actos morales pero el mismo se permite realizar ya se las mismas u otras acciones, que obviamente son malas.
Conclusión
Por lo tanto, la conciencia es la que guía, de alguna manera, las vidas de las personas, ya que esta es la que le dice al hombre si las acciones son buenas o malas; sin embargo, la persona tiene libre albedrío de hacer o no hacer lo bueno o lo malo; esto, por consecuencia, deja una huella en la persona, las virtudes y los vicios. Practicar las virtudes es la manera por excelencia de formar la conciencia moral, de esta manera de evitará en tener la conciencia cauterizada y/o farisaica, lo cual, a su vez, permitirá al hombre tener una conciencia cierta,(no dudosa), una conciencia recta (no errónea). Todo esto permitirá al hombre llegar a su fin última, la felicidad.
REFERENCIAS
Rodríguez, A. (2010). Ética General (6ta ed.) (pp. 275-279; 288-291) Navarra: EUNSA.
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